Fuerza interior (Mateo 13,24-30)

WenYuke fue un famoso pintor chino. Su especialidad era pintar las cañas de bambú. La pintura china busca reflejar sentimientos interiores más que la perfección de la forma. El bambú, la más humilde de las frondas, muestra en la simplicidad de sus formas la complejidad y los sentimientos inesperados de las personas. Wen Yuke tenía un bosquecillo de bambú en el jardín de su casa cada día, con frío o calor, lloviera o no, el señor Wen salía a llenarse el pecho del crecimiento de los brotes, de las hojas que reverdecían o se secaban, de las ramas truncadas que buscaban un nuevo camino. Cuando alguien ponderaba sus pinturas humildemente decía: xiong you cheng zhu (胸有成竹), sólo es que mi pecho se llena del bambú que crece.

La vida no nos espera para seguir creciendo. El Espíritu de Dios, Señor y dador de Vida, no deja de trabajar en el interior de la naturaleza y de la historia, en el corazón de cada persona, a través de las palabras y el testimonio sembrado con verdad en los surcos de nuestra vida.

La semilla sembrada crece por el don de su fuerza interior; la levadura en la masa la fermenta silenciosamente por el poder de la propia naturaleza. Por eso es importante saber qué semilla sembramos, con qué levadura amasamos el pan que vamos a repartir entre los nuestros. ¿De qué servirá sembrar si sembramos cizaña?; ¿de qué servirá amasar si la levadura es tóxica? Nos toca llenarnos el pecho de la fuerza de un Dios humilde y generoso, que se complace en la justicia y el derecho, y se compadece de quien sufre. No pierdas la vida sembrando y acumulando lo que calcina el corazón dejándote helado.


Verdad velada (Mateo 13,1-9)

Bian, el humilde carretero del Marqués de Huang, estaba tallando la rueda de un carro mientras su señor leía un libro. “¿Qué lee mi señor”, le pregunta; “la sabiduría de los antiguos”, fue la respuesta del señor Huang. “Ah¡ Entonces está leyendo la escoria de los que ya han muerto”, espetó sin contemplaciones el carretero. El Marqués de Huang, visiblemente enfadado le pidió explicaciones si no quería sufrir un castigo por su impertinencia. El carretero se la dio: “Juzgo según mi experiencia. Cuando tallo una rueda y ataco con demasiada suavidad, el golpe no mella. Cuando ataco demasiado fuerte, rompe la madera. Entre fuerza y suavidad, la mano encuentra, y la mente responde. Es una pericia que no puedo expresar con palabras, que no pude transmitir a mis hijos. Lo que los Antiguos no podían transmitir se lo llevaron consigo en la muerte”.

Las verdades importantes de la vida sólo pueden insinuarse con parábolas o, de manera privilegiada, mostrarse con el testimonio. Nadie aprende a vivir por las palabras del otro; si el otro nos enseña el misterio de la vida es porque pone su mano en la nuestra y nos adentra por los caminos de las verdades más plenas. No tenemos ni guías, ni maestros; podemos tener maestros compañeros, guías compañeros, que comparten el pan cotidiano con nosotros.

Jesucristo no fue un sabio oriental que insinuó con parábolas los secretos de la historia. Es el testigo fiel que con su vida, su muerte, su resurrección y su eucaristía nos acompaña a desvelar el tesoro y la profundidad que la vida tiene para cada uno de nosotros. Lo que no es vivido, son sólo palabras huecas.

Inteligencia humilde (Mateo 11, 25-30)

Corrían los años de la dinastía de los Xiao del sur, sobre el siglo octavo de nuestra era, Liang, funcionario real, complacía grandemente al emperador por lo concienzudo e inteligente de su trabajo de recaudación. Ciertamente era un hombre inteligente. Pero a esa cualidad no la acompañaba la humildad, ni la comprensión, ni siquiera el respeto por los demás. Quien se acercaba a él siempre recibía un desplante con el abanico cerrado y una palabra de desprecio. Tempranamente llegó la hora de la muerte al altivo funcionario y los familiares pidieron al emperador unas palabras para poner sobre su tumba. El emperador conocedor del talante del funcionario les escribió cuatro palabras: 恃才傲物 (chi cai ao wu). En las que, reconociendo su valía, venía a denunciar eternamente en su propia tumba, su altivez y soberbia. Un regalo envenenado para la eternidad.

La verdadera inteligencia siempre es humilde. Humilde por el reconocimiento de nuestras limitaciones; humilde por estar siempre dispuesta a seguir aprendiendo; humilde ante la inmensidad de la vida y del amor de Dios. Sólo los que viven en pobreza y humildad conocerán los misterios más importantes de la vida. Los engreídos y orgullosos podrán aparecer como sabios y eruditos durante un tiempo, igual hasta su propia muerte; pero la eternidad sabrá devolverles a la tierra de la que salieron.

La verdadera humildad se conoce por el trabajo constante, paciente, abnegado, que no se contenta con los logros ya obtenidos sabiendo que el camino que queda por delante es grande; consciente que la llamada de Dios no cesa.

"Baptizados” (Mateo 10,37-42)

El arte más difícil de aprender y practicar es el arte de amar. El amor requiere práctica y esfuerzo, sentido de autocrítica y renuncia a uno mismo y sus ideas. A amar estamos aprendiendo toda nuestra vida. Y, a pesar de esto, el amor es un don que se nos regala sin que nosotros nunca sintamos que lo merecemos.

Durante la infancia el amor se confunde con la dependencia, el niño quiere a aquella persona de la que depende, la que colma sus necesidades o caprichos… ¡Cuánto nos dura esta inmadurez! En la adolescencia el amor tiende a confundirse con la admiración: amamos a quienes admiramos, y para ello mientras más lejos e inalcanzable esté la persona idealizada mejor, menos se aprecian sus defectos. Por eso es tan difícil que el adolescente muestre amor por quien, tan cercano y próximo, le sirve el desayuno cada día. Conforme maduramos necesitamos sentirnos útiles a los demás, necesitamos colmar nuestras ansias de protagonismo sintiéndonos imprescindibles, insustituibles, irreemplazables. Así nos reconciliamos con nuestras limitaciones y defectos. Ya sé que no soy lo que querría ser, pero al menos para los míos soy necesario… ¿Es esta madurez verdadera?

El maestro en el arte de amar es Jesucristo. Y Él nos muestra que amar no es necesitar, ni idealizar, ni cargarse de responsabilidad. El amor es dejarse conducir por Él; a veces cortando amarras para acompañarlo; otras enraizarse al lado de quien necesita nuestra presencia. Unas veces con dureza de palabras que talen ramas secas; otras con nueva dulzura que invite a abrirse al impulso de la vida. Amar es dejarse amar por Cristo cada día; vivir nuestro bautismo, muriendo con Cristo a nosotros mismos, cada día, resucitando con Él, cada día, a la Vida.


El de las tres mentiras (Mateo 10,26-33)

Un amigo mío, que hace ya tiempo comenzaba a ser camarero, me sorprendió un día comentándome: “Hay un cliente que me pide el café de las tres mentiras”. Cuando yo lo miré extrañado me aclaró que el café de las tres mentiras es un descafeinado con leche desnatada y sacarina: es mentira que tenga café, es mentira que tenga leche, es mentira que esté dulce…

El evangelio de este domingo nos sitúa ante una realidad que puede también mostrar las tres mentiras de nuestra vida cristiana: en vez de fe tenemos devociones; en vez de caridad, mala conciencia; y nuestra esperanza es tan mundana que no da verdadero sabor a la vida.

La fe es confianza profunda en lo que no se ve; adoración total de quien nos sobrepasa por completo; recorrer nuestro camino siendo testigo del Nombre del Misericordioso. Nuestras devociones pueden ser inicio de una fe verdadera, pero la gran mayoría de las veces no pasan de darnos consuelo en nuestras dificultades, de proporcionarnos experiencias de dulzura superficial.

En vez de caridad, que busca ponerse en el lugar del otro y acercarse a él para levantarlo de su situación de postración y dolor, tenemos mala conciencia atemperada por limosnas que no comprometen nuestra vida; por acciones que nos permiten justificarnos ante nosotros y los demás, aunque de sobra sabemos que de poco sirven porque poco sacrificio nos piden. No amamos hasta que nos duele, que pedía Santa Teresa de Calcuta.

Y nuestras esperanzas no alcanzan el singular de la virtud teologal. Son pequeñas expectativas, muchas veces bastante mundanas y egoístas, que colorean nuestra vida. ¿Soportaría nuestra vida cristiana el crisol de la persecución?


DIA MUNDIAL DEL REFUGIADO

Nos unimos a la celebración del DÍA MUNDIAL DEL REFUGIADO, establecido el 20 de Junio por la Organización de Naciones Unidas desde el año 2000.
La Conferencia Episcopal nos explica en el siguiente vídeo la labor que realiza la Iglesia Católica en este campo.

En el siguiente enlace, se aportan unos textos y unos vídeos -además de propuestas de actividades– que pueden guiar la reflexión comprometida de cada uno y de las comunidades y grupos, además de ambientar el orar:
Día Mundial del Refugiado

El pan de la dignidad (Juan 6,51-58)

“Sentía que, yo misma, era un error”, así hablaba una mujer que sufre una discapacidad y con una vida difícil, sin padre y sin madre, sin familia con la que sentirse única y especial. Veinte años, y se sentía prescindible para todos, un error de la naturaleza. “Lo que me devolvió la conciencia de dignidad personal fue la experiencia de fe; saber que en medio de todo lo que me pasaba, Dios tenía un plan para mí, una misión a la que responder”.

Nada hay tan desestructurante y desestabilizador como esa sensación de nada y de vacío en el fondo de nuestro corazón. Por eso Jesús quiso hacerse pan, para llenar con su amor y con su dignidad el vacío del corazón de cada hombre, de cada mujer, en cualquier circunstancia y dificultad.
Nunca somos dignos de recibir a Jesús en nuestro cuerpo y en nuestra vida, tan marcada por el egoísmo y la debilidad. Es al recibir el pan de Jesús cuando acogemos el regalo de la dignidad que Él nos entrega.

Una niña que ha hecho este año su primera comunión decía: “El pan de la misa no sabe a nada, pero me pongo tan contenta al recibirlo…”. Y es que el pan de la eucaristía es el regalo que Dios nos hace de la dignidad de ser hijos suyos, el regalo de ser compañeros de Jesucristo. Compañero viene, precisamente, de con-panero, con quien se comparte el pan.

Jesús con el pan de cada eucaristía nos regala la dignidad de ser hijos de Dios, la reconciliación en nuestras debilidades e incoherencias, la alegría de sabernos acogidos entre sus amigos, de tener la misión de ser sus testigos y de construir un mundo que se parezca cada vez más al Reino definitivo de justicia y paz.


El Dios de los filósofos (Juan 3,16-18)

La noche del 23 al 24 de noviembre de 1654 Blaise Pascal, uno de los mejores matemáticos y filósofos de su tiempo, tiene una experiencia radical de Dios, que le hace escribir una nota y coserla en el forro de su casaca para que siempre lo acompañara. La nota que se descubrió pocos días después de su muerte, comenzaba diciendo: “Fuego, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no el Dios de los filósofos y los sabios”.

Aquella noche, ciertamente, tuvo Pascal una experiencia de Dios que lo transformó, y que cambió su manera de comprenderse a sí mismo y comprender al mundo. “El corazón tiene razones que la razón no entiende”, diría también el joven filósofo creyente, para mostrar que la riqueza y la profundidad del alma de la persona son inabarcables para las escasas fuerzas del razonamiento de una sola persona.

Ante el misterio del amor y de la vida, ante la insondable profundidad del alma humana, ante el grito del que sufre, nuestras razones se quedan mudas; y si hablan, sus sonidos suenan huecos y vacíos. El Padre de Nuestro Señor Jesucristo no será nunca un concepto manejable para nuestra inteligencia. Un océano de amor tan grande sólo puede intuirse cuando nos sumergimos en él. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él”.

Un misterio que acogen los niños y los sencillos, que saben que Jesucristo es Dios y que es su amigo que nunca los abandona. Un misterio que pinta de suspicacia el rostro de los sabios y entendidos, que no llegan a explicar cómo Jesús, el más lúcido maestro de ética, puede predicar que es sencillamente su amor, que trasciende la muerte, el que nos salva.


Navegar (Juan 20,19-23)

Identificamos las experiencias del Espíritu con momentos llenos de luz, sin sombras que los entenebrezcan, con situaciones de armonía y equilibrio personal, que nos hacen vivir sensiblemente momentos de alegría personal. Y no siempre es así.

A veces, el Espíritu hiere nuestro orgullo y quema nuestras seguridades para que estemos más disponibles a la voluntad de Dios. El Espíritu nos hace pasar por la muerte para que podamos encontrar la vida. En el bautismo, el Espíritu ahoga nuestro hombre viejo para que renazcamos como niños a la novedad de la Vida. Toda muerte del hombre viejo se produce con miedo y con dolor. Como los adolescentes varones que, cuando van a crecer unos centímetros para ir convirtiéndose en adultos, pasan por unos días en los que la fiebre los deja postrados en la cama, sin causa aparente.

El Espíritu hincha las velas de nuestra barca, y con su fuerza hace crujir las maromas, y la madera del mástil y la botavara. El barco avanza, y todos se alegran por el movimiento que anuncia nuevas aventuras, pero todo tiene que estirarse quejándose sonoramente.

Pero no te importe, que crujan tus sentimientos y salten por el aire las legañas de tu vida. La vida es dejarse llevar por un Espíritu que nos lleva a recorrer nuevos puertos, a abrir nuevas rutas. Sólo quien sólo hace lo ya sabido comienza a envejecer. Y los bautizados hemos de ser siempre el hombre nuevo del que habla Pablo de Tarso –éste sí que rejuveneció hasta hacerse anciano-.

¡Ven Espíritu divino! Impulsa nuestra vida hacia una mayor entrega. Nuevos caminos de solidaridad y de justicia iremos abriendo con tu fuerza. Nuestra fe y nuestro amor se renovarán, para dar más fruto, para darnos más nosotros.

Fútbol solidario

El pasado Viernes 26 de Mayo se celebró el I Torneo San José Obrero por la solidaridad, en el que participaron distintos equipos de categorias base de Fútbol: CD Regate, CMD San Juan, CD San Pablo Norte y CA Libertad. Se realizó una recogida de alimentos que llevaron tanto participantes, familias, así como otras personas voluntarias asistentes al evento deportivo. Los alimentos se distribuirán a las familias necesitadas a través de Cáritas Parroquial San José Obrero.





Fin de curso de los grupos de catequesis

Esta semana se reunieron en la Parroquia los niños, padres, catequistas, y nuestro Párroco para despedir el curso 2016/17 que acaba de terminar. Después de unas oraciones y unas breves reflexiones, todos participaron de una agradable convivencia, en la cual se realizaron distintas actividades y juegos.






La próxima reunión se celebrará en los actos conmemorativos del Corpus.

Instaurar el Reino (Mateo 28,16-20)

Los discípulos de Jesús de Nazaret no tenían, en absoluto, una visión espiritualista de la misión de su maestro; más bien pecaban de reducirla a unas expectativas demasiado mundanas. Después de haber experimentado su resurrección, hablan de una manera que nos descubre su ansia de que nuestra historia cambie y se transforme. Cuando Jesús va a ascender al cielo le preguntan: ¿Es ahora cuando vas a instaurar tu Reino?

Jesús lo había dicho en sus parábolas: el Reino de Dios va a ir creciendo poco a poco, como la semilla en el campo; va a ir actuando silenciosamente, como la levadura en la masa; va a contar con la sabiduría y la prudencia de los creyentes que van a sacar del arcón lo viejo y lo nuevo, según convenga. Antes de la plenitud de la historia, el Reino va llegando desde el amor, la fe y la vida de servicio y de entrega de los creyentes y de todas las personas.


Cada vez que al amor vence al rencor en nuestra vida, cada vez que buscamos liberar a nuestros hermanos de la injusticia de este mundo, va creciendo el Reino de Dios.

Uno de los signos más necesarios en este momento para nuestra sociedad, y que muestra el crecimiento del Reino es la creación y la reivindicación por el empleo decente. Cuando un muchacho, o una madre de familia, encuentran un empleo en el que recibe un sueldo adecuado a las necesidades de nuestro tiempo, que puede conciliarlo con su vida familiar y en el que puede desarrollarse como persona, el Reino va creciendo realmente en nuestra historia. Esta ha de ser una línea de trabajo pastoral de la Iglesia.

La fe, vivida sinceramente, produce frutos de transformación verdadera de nuestra historia concreta y cotidiana.

50 años. Jesucristo en nuestro barrio (Parte III)

TESTIMONIO DE UNA MUJER FIEL CON LA FE Y CON SU PARROQUIA
Juana María Fernández

Hola queridos hermanos en la fe, con motivo de cumplirse el 50 aniversario de la inauguración de nuestra parroquia San José Obrero, me piden unas palabritas que yo con mucho gusto y muy poca facultad hago, pero con mucha voluntad.

Soy una feligresa de esta parroquia tan querida para mí, donde todos me conocen por Juanita. Presencié su primera piedra y la bendición. A día de hoy con mis 79 años la sigo visitando asiduamente. Con mis visitas al Sagrario y la asistencia a la Eucaristía, donde día a día la palabra de Dios me da fuerza y anima para que mi fe se acreciente y el Espíritu Santo me guíe, igual que a mí a todos los voluntarios que colaboran en los distintos grupos de nuestra parroquia, como Caritas, catequesis, pastoral de enfermos y muchos más que no se ven, gracias al espíritu de servicio a los demás.
Sólo espero y deseo que el Señor me de salud para ayudar mientras me queden fuerza y capacidad mental.
Señor ayúdame a parecerme cada vez más a ti y a tu Santísima Madre.
Qué más quisiera yo poder expresar todo lo que significa la parroquia para mí, pero me quedo con mis visitas al Sagrario, ese gran desconocido para muchos.
Compartiendo la Pascua de la luz y la alegría

“Igual que en la liturgia pascual la luz del cirio enciende otras muchas velas. La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de per¬sona a persona, como una llama enciende otra llama. Los cristianos, en su pobreza, plantan una semilla tan fecunda, que se convierte en un gran árbol que es capaz de llenar el mundo de frutos” (del Papa Francisco, Lumen fidei 37).

En medio de la oscuridad de la noche, después de unos días de intensas experiencias religiosas los cristianos se reúnen en terreno profano alrededor de una pequeña pila de leña que se enciende ante la expectación de todos; los reunidos comienzan a mirar el fuego que ilumina la noche. La voz del ministro emerge de entre la penumbra y anuncia que Cristo es el comienzo y el final de nuestra historia, el sentido de nuestra vida y la plenitud de toda la humanidad. Vela a vela, vida a vida, se va transmitiendo una luz, que al compartirla se agranda y se convierte en un río que inunda poco a poco el templo. Se camina en medio de la oscuridad de la noche, guiado por la luz de la propia fe y la de los que nos acompañan en el camino… Ven el próximo sábado de gloria a la parroquia y verás este hermoso gesto de fe.

Todos negamos, como Pedro por cobardía y respetos humanos, la verdad, la fe y la justicia; todos, en algún momento, hemos traicionado a quien más queríamos, como Judas; todos nos hemos desentendido del que sufre como Pilatos, atendiendo a nuestros intereses y comodidad; todos hemos disfrutado haciendo daño al más débil, como aquellos soldados romanos, golpeándolo con nuestras palabras y comentarios, ridiculizándolo hasta despojarlo de su dignidad. Pero todos también podemos ser como María Magdalena: testigos de Jesús vivo, que nos perdona y nos alienta, que nos envía a prender la luz de Cristo en los demás (Juan 20,1-18).

Esta es la gran alegría que hemos de vivir los cristianos: Cristo vive, y es fuente de vida definitiva para todos, y es fuente de esperanza para todos los que creemos en Él.

HIMNO SAN JOSÉ

Hoy a tus pies ponemos nuestra vida;
Hoy a tus pies, ¡Glorioso San José!
Escucha nuestra oración y por tu intercesión
obtendremos la paz del corazón.

En Nazaret junto a la Virgen Santa;
en Nazaret, ¡Glorioso San José!
cuidaste al niño Jesús pues por tu gran virtud
fuiste digno custodio de la luz.

Con sencillez, humilde carpintero,
con sencillez, ¡Glorioso San José!,
hiciste bien tu labor, obrero del Señor,
ofreciendo trabajo y oración.

Tuviste Fe en Dios y su promesa;
tuviste Fe, ¡Glorioso San José!
Maestro de oración alcánzanos el don
de escuchar y seguir la voz de Dios.

Opresión o autodeterminación (Juan 14, 15-21)

Ni siquiera en política los problemas pueden plantearse de forma maniquea, como si la realidad fuera blanca o negra; cuando, en verdad, se conforma con el sinfín de tonos que nos muestra el arco iris. Ni siquiera en política; mucho menos en la vida más compleja y rica en matices que es la vida personal.


“O aceptas las normas, o vives en libertad”, así podríamos expresar una disyuntiva falsa que se plantea en la inmadurez de la adolescencia, pero que sigue acompañando nuestra inmadurez toda nuestra vida. Y, de forma inmadura, interpretamos nuestra vida basculando entre lo que nos imponen las circunstancias o las personas con las que vivimos, y lo que hacemos imponiendo nosotros nuestra voluntad. La vida, entonces, se nos muestra como una guerra, en la que normalmente perdemos. Acto seguido buscamos compensaciones egoístas e individualistas, que, las más de las veces, no nos construyen, ni nos hacen bien, ni a nosotros ni a nuestras familias.

La vida no es imponer o que me impongan. La vida es sembrarse con amor dónde y con quién Dios te llama, para ir dando fruto, o como poco, para ir oxigenando el aire. La vida es acoger el soplo del Espíritu que te lleva a entregarte por los que amas, por los que te necesitan. Como en el amor, vivir es decidir ponerte en manos de otro, sabiendo que la única manera de ser tú mismo; entregarte al otro como único camino de recuperarte.

Envíanos, Señor, tu Espíritu, que nos defienda de nosotros mismos; de nuestra inmadurez, de nuestras cobardías. Haznos fuertes para afrontar nuestra vida plenamente, sin necesitar compensaciones que nos entristecen. Haznos sabios en la ciencia de nuestra propia vida.

50 años. Jesucristo en nuestro barrio (Parte II)

Como Madre de Esperanza

Las advocaciones de la Madre de Jesucristo que hacen referencia a la pasión del Señor, llevan un puñal que les atraviesa en corazón. Hoy la Iglesia, tiene que sentir ese mismo dolor de la Madre de Jesucristo ante el sufrimiento y las dificultades que atraviesan los hijos de Dios.

El dolor de los pobres y de los débiles es un puñal afilado que atraviesa el corazón de la comunidad cristiana. ¿Cómo no compadecerse ante la mujer que ha perdido a su hijo por enfermedad y desnutrición?, ¿cómo no co-indignarse con los jóvenes a los que se les roba el presente y el futuro con una crisis que enriquece a los más ricos?, ¿cómo no sublevarse ante la relativización de la vida humana concebida de la que algunos se consideran dueños bajo excusa de su propia libertad?, ¿cómo no sentir el dolor de aguda soledad de tantos ancianos?

La Iglesia, que tiene la vocación de ser Madre de los hombres, siente la soledad de los inmigrantes, y la desesperación de los refugiados, el hambre de los niños de tantos países del mundo y la marginación de muchas mujeres.

Pero, acudiendo a nuestra Madre, todos encontramos un consuelo y una paz que sólo se entiende desde la fe. Ella nos compromete a vivir con más autenticidad la vida cristiana. Ella es fuente de consuelo y de esperanza, sobre todo para quien se acerca con corazón humilde y dolorido. ¡Cuántas personas vienen a la parroquia y al acercarse a la imagen de la Virgen derraman lágrimas de dolor por la circunstancia dura que les toca vivir, de amor por los suyos, de agradecimiento y consuelo por la ternura recibida!

María de Nazaret, la Madre de Jesús, es para nosotros siempre fuente de Esperanza.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que llevemos con dignidad el nombre de cristianos.

UN TESTIMONIO CERCANO A LOS POBRES
Enrique Córcoles


Mi nombre es Enrique Córcoles, nací en el Barrio León de Sevilla, de la Parroquia de San Gonzalo, soy el mayor de ocho hermanos.

En el año 1970 me casé con la que es mi esposa Encarnita Vallejo, y nos vinimos a vivir a un pequeño piso de la calle Virgen del Consuelo de esta localidad de San Juan de Aznalfarache. Y en la parroquia de San Juan Bautista se bautizaron mis primeras cuatro hijas. El piso se nos quedó pequeño y tuvimos que buscar otro en el Barrio Alto, lo que ahora se denomina Pasaje Alcalde Próspero Castaño; y aquí nacieron mis dos últimas hijas que se bautizaron en la parroquia de San José Obrero.

Desde este momento hemos tenido relación constante en esta parroquia, cuyo párroco era D. Antonio Gutiérrez.
D. Antonio Gutiérrez, desde el primer instante tuvo con nosotros detalles de cariño. Era un párroco entrañable, buen sanjuanero y entregado a su labor enteramente.

Pasado el tiempo me invitaron a pertenecer a la Hermandad Sacramental como hermano, igualmente a mi esposa; y más tarde al cargo de tesorero, que no sé de donde pensaron que yo podía llevar las cuentas… porque por mi profesión laboral nunca he llevado contabilidad alguna.

Sin embargo el paso más importante fue en el año 2002, cuando el entonces párroco D. José Antonio Megías, me pidió hacerme cargo de la dirección parroquial de Cáritas, cosa que al principio no me sedujo nada, pero no quise negarme y pensé que estar en esta labor algunos años (cuatro era la norma) era algo aceptable, y hoy en el año 2017 aún sigo.

Pero he aprendido que la labor, aunque a veces es algo dura, me ha ayudado a ver a las personas de otra manera, a darme cuenta de lo mal que estas personas lo pasan, con pocos horizontes sus vidas. Y que en ellas debo ver a Cristo, aunque a veces no lo vea.
Además cuento, gracias a esto, con muchas amistades buenísimas. El equipo que hay en Cáritas está muy entregado también,  y me siento muy contento por la estupenda labor que hacen.

Una mención especial en esta labor es para Pepe Venegas que murió hace año y medio. Era una persona que hacía un trabajo formidable y son muchas personas que lo echan de menos, ha dejado un recuerdo imborrable. Y para Jacinto que tenía mucha autoridad para poner orden  entre los que venían a pedir en Cáritas, labor oscura aparentemente, pero importante y necesaria. Ya el Señor les ha dado el premio que se merecen sin duda.

También me gustaría mencionar la labor que realiza mi esposa en la parroquia en el grupo que visitan a los enfermos o que están solos y son mayores, no solo haciéndoles compañía sino también proporcionándoles la ayuda religiosa a través del párroco.

Pienso que esto no es ninguna casualidad, sino que Dios nos ha puesto ahí. Y aquí seguimos. Nuestro párroco D. Joaquín Castellón sigue muy de cerca estas labores y se vuelca apoyándonos todos los días.
Bueno, poco más puedo decir de mis vivencias aquí. Espero que Dios me ayude a desarrollar mi vida en consonancia con lo que Él quiere.


Enrique





Con Cristo, por Él y en Él (Juan 14, 1-12)


Cristo sin el Padre; Dios sin Jesucristo. Estas han sido, y son, las dos tentaciones más grandes de la espiritualidad cristiana. Hay cristianos que buscan la experiencia oceánica y de inmensidad que Dios pone en el centro de nuestro corazón, pero que se sienten ajenos a las exigencias radicales de Jesús de Nazaret en el Sermón de la Montaña, o que no pueden abrirse a la muerte y resurrección de Cristo como camino verdadero de salvación. Piensan que Dios es un absoluto incomprensible e inabarcable por el que hay que dejarse abrazar. El camino que Jesús marca, piensan, es sólo un camino más.

Otros, ven a Jesús como un profeta del amor y la libertad; como el inspirador de su compromiso; incluso, en su juventud lo veían como un amigo trascendente en quien confiarse plenamente. Pero con la madurez el corazón se encallece y los sentimientos religiosos se disipan. Jesús ya es sólo un referente moral en su vida; y su propuesta moral algo inalcanzable, que está bien como horizonte utópico al que mirar, siendo consciente de que la realidad cotidiana hay que vivirla con valores y actitudes más mundanas.

No te engañes. Buscar a Dios al margen de Jesucristo lleva a buscar un consuelo afectivo que deja insatisfecho nuestro corazón, siempre buscador de verdad. Querer creer en Cristo sin confiar en Él como nuestro Dios y Señor, es ir reduciéndolo al mero ejemplo de su vida; un ejemplo que por excelso y sublime nos lleva a la melancolía de la frustración.


“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” –dice el Señor-. Si crees esto, vivirás.

50 años. Jesucristo en nuestro barrio (Parte I)

Un saludo a todos. Queremos celebrar estos primeros cincuenta años de nuestra parroquia con toda la feligresía compartiendo la Palabra y la Vida. Por eso en este sencillo cuadernillo que hacemos por este motivo unos feligreses comparten con vosotros su vida de fe, tal y como la están viviendo en la parroquia, y yo os comento algunos aspectos fundamentales de la fe cristiana. Esperamos que nos sirvan a todos de estímulo en la fe y de reflexión.

Aprovecho para invitaros a participar en la parroquia en los grupos de formación y de evangelización, a todas las celebraciones comunitarias que tenemos. Jalonar nuestra vida con la presencia del Señor nos llena el corazón de paz y de deseos de bondad. Y eso a todos nos hace falta.

Jesús de Nazaret es el Señor
Para comenzar quisiera proponeros una pequeña meditación de la fe en Jesucristo. Es lo mejor que podemos ofreceros desde la parroquia. La fe es un don tan grande que quien lo recibe nunca se encuentra sólo, perdido o abandonado, porque experimenta que, en el dolor o la alegría, Jesús lo acompaña siempre.

Mirad qué palabras tan hermosas y verdaderas del Papa Francisco:

“Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor” (Evangelii gaudium, nº 3).

Cuando los discípulos de Cristo se encontraron con Él, y Él los llamó, pensaron que era simplemente un profeta, un hombre de Dios como otros. Pero inmediatamente captaron que la profundidad de su vida era distinta a la de cualquiera; y esa experiencia fue afianzándose con cada palabra y cada gesto del Profeta de Nazaret. Él les había dicho que era hijo de Dios, pero ellos pensaban que lo era como cualquiera de nosotros; quizás pensaban que sólo era un “hijo más fiel”. Fue después de su muerte y su resurrección cuando los discípulos descubrieron la verdadera dimensión de esas palabras. Ellos descubrieron que Jesús de Nazaret era el Hijo Único de Dios, que se había hecho hombre; y que en Él, en su mensaje, en su perdón, en su mirada, en su vida, todos sin excepción podemos acogernos al inmenso amor del Padre.

Los textos del Evangelio sobre Juan Bautista, el querido Patrón de nuestro pueblo, lo manifiestan con toda claridad: Juan era un Profeta, Jesucristo es el Salvador; Juan enseñó con sus palabras y su testimonio, Jesucristo nos entrega su vida y nos hace vivir de una manera nueva al acogernos y dejarse encontrar por nosotros. Juan preparaba el camino para que nosotros pudiéramos encontrarnos con Jesucristo como el fuego que nos purifica y nos da el calor de la vida (Juan 1,29-34).

Hemos de pedir que nunca caigamos en la tentación de reducir a Jesucristo, ni su mensaje, ni a su ejemplo. El cristianismo no es sólo una doctrina, ni sólo una forma de vivir con bondad, ni seguir fielmente unos ritos. Ser cristiano es vivir en el encuentro con Jesús, nada compromete más, nada puede traernos más consuelo, nada puede darnos más plenitud.

TESTIMONIO DE UN JOVEN DE LA PARROQUIA
Juan Manuel Parrales (Nano)
Inicié mi vida parroquial a través de la Hermandad Sacramental, cuando ésta se unificó con la Asociación El Costal, a la que yo pertenecía. Fue en 2014 cuando entré en su junta de gobierno ejerciendo el cargo de secretario segundo.
Hasta entonces no participaba en las actividades como tampoco en los cultos que esta realizaba. Era creyente pero no iba a la Iglesia, únicamente cuando tenía que salir como costalero. Tenía el pensamiento que cualquiera podría tener de esta, y no pensaba o no creía, que el hecho de asistir a misa o formarme en catequesis me pudiera aportar nada nuevo. Poco a poco fui conociendo mi parroquia y la vida que en esta se desarrollaba, y poco a poco fui conociendo a quien creía que ya conocía, a Cristo.

Fue en confirmación, que recuerdo con mucho cariño al igual que a mis catequistas Juan Antonio Camacho y Esperanza Ripodas, la que supuso un cambio radical en mi forma de pensar y de vivir. Una forma de vivir y de pensar cristiana, acorde a lo que creía entonces sin saber muy bien por qué. Incido en que creía conocer la Iglesia, creía conocer a Cristo, como los misterios de la Fe que compartimos todos los cristianos. Pero no fue hasta entonces cuando fui consciente de mi fe y de las responsabilidades que ésta traía consigo, de la alegría que el Evangelio me regalaba como hijo de Dios y de esa otra dimensión que existe en el amor cuando proviene de Él.

Hoy sigo formándome como cristiano, mucho más desde que me propusieron ser catequista. Para seguir conociendo a Cristo y darlo a conocer a los niños que se acercan por primera vez a la comunión. Y tengo más presente la necesidad de la oración y de acercarme al Sagrario. He encontrado en la Parroquia una gran familia a medida que crecían mis responsabilidades en ésta; como secretario en la Hermandad Sacramental, en la Hermandad del Rocío como hermano, en la Hermandad de los Ángeles como costalero. Y he conocido a personas que poco a poco se han ido convirtiendo en buenos amigos.

Al estilo de Jesús (Juan 10, 1-10)

Sorprende la soledad en la que Jesús murió en la cruz y la rapidez con la que la iglesia naciente se va consolidando en Jerusalén y en toda Judea, y cómo se extiende por los caminos de oriente y las ciudades portuarias de occidente. Los mismos que habían condenado a Jesucristo sienten su corazón traspasado por las palabras de Pedro que los recriminaba en la verdad y los invitaba a vivir el perdón con amor. Una fuerza nueva está actuando en la vida y corazón de los discípulos y en los que los escuchan. Es el Espíritu.

Un Espíritu que los hace vivir con la valentía y la sinceridad del Nazareno; un Espíritu que les permite evangelizar con la humildad y la capacidad de sufrimiento que Jesús había mostrado. Es el Espíritu del propio Jesús el que los impulsa.

Jesucristo, su estilo de ser, de vivir y de creer, es la puerta por la que entramos en la comunidad cristiana, y es la puerta por la que hemos de salir a anunciar su Evangelio al mundo. En las lecturas del próximo domingo, Pedro dice unas palabras que nos pueden llenar de ánimo: “Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien,
eso es una gracia de parte de Dios. Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas”.
Hasta en el sufrimiento el estilo de Jesús ha de ser el nuestro: su pobreza, su valentía, su buen humor, su sinceridad, su capacidad de silencio ante el Padre, su oración, su libertad ante los poderes mundanos, su disponibilidad ante la misión que se le encomienda…



Ya tenemos que comenzar a pedir al Padre que nos envíe el Espíritu de su Hijo para poder entrar y participar en su vida y salir para compartirla con nuestros hermanos.

Co-versación (Lucas 24, 13-35)

Las apariciones del Resucitado siempre serán un misterio. Los que van a ser testigos de la fe se ven sorprendidos por una experiencia que los sobrepasa y deja en su espíritu una certidumbre de la que ya nada los podrá hacer dudar. El resucitado siempre “aprovecha” una pequeña rendija de esperanza en el alma de aquellos que se veían ahogados en el dolor profundo. Aunque estaban desesperados, van corriendo ante la extraña noticia del sepulcro vacío; aunque tenían miedo, permanecían todos juntos en comunidad; aunque huían de Jerusalén no pueden dejar de conversar y discutir buscando un sentido a lo que era el más grande de los absurdos.

Dos discípulos iban de Jerusalén a Emaús. Parece que huyendo de la peligrosa situación que se había creado para los seguidores del Nazareno después de su muerte cruenta. Caminan, conversan y discuten de todo aquello: de si podían haber sido de otro modo las cosas, de si ellos podían haber actuado de otra manera; de por qué Jesús no había actuado de otra forma… El convidado oculto a toda conversación sincera es la verdad. Una verdad que muchas veces trasciende lo que dicen los que dialogan, pero que hace posible sus razones, que justifica sus sentimientos.



Ensimismados en nuestros pensamientos no es raro que nos torturemos siempre con la misma idea. El diálogo, incluso la discusión –si no es exclusivamente autodefensiva- nos abre a la verdad. El texto de los discípulos de Emaús, que escucharemos el próximo domingo nos invita a conversar de las cosas importantes de nuestra vida con las personas con las que convivimos. Convivir, conversar… paradójicamente lo único que hacemos en estricta decisión personal es amar.

Crédito (Juan 20, 19-31)

Ni tú ni yo hemos visto a Cristo Resucitado como lo vieron los apóstoles; incluso Tomás, que fue bastante reticente a creer que el crucificado había resucitado, consiguió verlo. No lo hemos visto pero lo hemos experimentado de muchas maneras
.
Una de ellas es la valentía, la paz y la generosidad de muchos creyentes. Es verdad que no todos los que decimos creer en Jesucristo podemos acreditar siempre con nuestra vida la fe que profesamos. Pero muchas, muchas, personas de fe sencilla y de fe formada son testigos de una nueva forma de vida. Donde hay un cristiano verdadero –ya sea en el instituto, en la fábrica, en el barrio o en la parroquia-, hay dinamismo nuevo de vida.

Las relaciones de la comunidad cristiana también invitan, muchas veces, a confiar en que el mensaje y la vida de Cristo están ratificados con el sello de la Vida, con mayúsculas. Nuestras parroquias y comunidades tienen todos los defectos del mundo, eso es evidente. Pero se sostienen gracias al perdón, la gratuidad, la comprensión, y la generosidad de quienes la componen. Y esto es signo de Quién las está sustentando.

No nos faltan, tampoco, motivos personales para creer. En medio de nuestras cruces y sufrimientos, al rezar a Cristo, ha brotado una luz y una fuerza distinta, que nos ha permitido vivir con paz en medio de las dificultades, con fortaleza aun sintiendo la debilidad, y lo que es más difícil, con perdón en medio de los agravios.

Todo esto podrá tener otra explicación. Pero nosotros damos crédito a quienes entregaron toda su vida por anunciar lo que habían visto y oído. Ellos dieron crédito a la Vida que desde la fe experimentaron; y el crédito que dieron fue entregar toda su vida.

Remover piedras (Mateo 28,1-10)

De niños acostumbrábamos a tirar piedras; tirábamos guijarros a un árbol lejano, a una lata situada a decenas de metros, a una gallina, a un perro o a un gato huidizos. Las más recordadas eran las chinas que nos tirábamos unos a otros, con claro peligro de la integridad física de todos. Eran juegos casi inocentes; el afán no era hacer daño, sino acertar. Los mayores seguimos tirándonos piedras unos a otros, ya no de mineral, sino hechas de insultos, de mentiras, de medias verdades, y con afán de hacer daño.

Jesús toda su vida estuvo intentando remover piedras, piedras que impedían la comunicación y la vida; piedras que cegaban la vida de las personas: la piedra de la intolerancia y de la violencia, la piedra del conformismo con el mal propio y la injusticia ajena, la piedra del rencor y del orgullo, la terrible piedra de la autocompasión y la baja auto-estima, la piedra criminal de la avaricia, la piedra de la superficialidad vana que nos hace estúpidos y crueles. Muchas las removió, y devolvió la vida a quien la tenía perdida. Pero tenía también que remover la piedra que usó Caín para matar a su hermano Abel. Intentando remover esa piedra puso toda su vida en juego; y pareció que quedaba aplastado con ella.

A los tres días, Dios Padre puso su fuerza en el poder que Jesucristo había desplegado y removió la piedra de su sepulcro, que salió impulsando y dando fuerzas a sus amigos y discípulos a seguir removiendo piedras que condenan a oscuridad y muerte.


Nuestro testimonio de resurrección no será una hermosa celebración, ni unos sentimientos luminosos en la oración. Se testimonia la vida nueva de Jesús removiendo piedras que aplastan y paralizan a nuestros hermanos… ¡Manos a la obra!

De los Ramos al Gólgota (Pasión según San Mateo)

En la visión de la vida de Jesús, esquematizada por la liturgia, se ha resumido la estancia de Jesús en Jerusalén a unos pocos días. No fue realmente así. No sabemos exactamente el tiempo que transcurrió de la entrada de Jesús en Jerusalén, aclamado por el pueblo, hasta su muerte en el monte Calvario. Pero en ese tiempo pasó de contar con el beneplácito de gran parte de la ciudad, a sufrir la indiferencia de la inmensa mayoría ante su muerte cruel e injusta. Jesús no respondió a las expectativas de muchos.

Su negativa a encabezar una revuelta armada, su denuncia de la avaricia de los ricos, su propuesta de una fe verdadera y no sólo de ritos vacíos que buscan conseguir favores de la divinidad, su perdón a la adúltera en contra de “todas las personas de bien”, su falta de condescendencia con la hipocresía y los intereses creados, fueron haciendo desertar a la mayoría de simpatizar con el Nazareno. Al final no quedaron ni los doce al completo. Y sólo Juan, su Madre y algunas mujeres se mantuvieron a su lado en el camino de la cruz, además de José de Arimatea y Nicodemo que se atrevieron a mostrarse cercano a él después de su muerte.

¡Qué frágiles son las voluntades que no se asientan en la fe verdadera cuando se aproximan las dificultades! Y, como sabemos, con mucho menos que lo del Nazareno, pocos se quedan al lado del que ha perdido el favor del poder o la simpatía de la mayoría.

Esto nos plantea una pregunta inquietante: ¿Mis valores y mi vida cristiana se asientan en la experiencia profunda de la fe, o se mueve al pairo de las conveniencias y de los “aires que soplan”?

Busquemos la Verdad en la que asentar nuestra vida.


HORARIOS DE MISAS DE SEMANA SANTA



Horarios de Celebraciones durante la Semana Santa.

No temas al olor (Juan 11, 3-45)

La pobreza y la marginación huelen mal. Uno de los rasgos de todos los barrios que sufren la marginación es la suciedad y la basura que se ve por las calles, y el olor denso y sucio que desprenden en las tardes calurosas. La corrupción, por el contrario, sólo huele mal cuando se destapa.

Mantenemos una apariencia digna y respetable, pero en nuestro interior se revuelven los más bajos instintos: el odio y el rencor, la lascivia y la avaricia, la cobardía y la violencia. La corrupción la mantenemos tapada y lejos de las miradas de los demás. Pero, si crece sin medida y se adueña de nosotros, comienza también a hacer daño a los demás; un daño que es hondo y cruel en muchas ocasiones.

El mal olor de los barrios que sufren la marginación es causa de la falta de esperanza de los jóvenes, de la desestructuración de las familias, de que el paro y la falta de cultura se han hecho crónicas, de la falta de cariño de la personas por su propio barrio. El mal olor de la corrupción es el egoísmo enquistado de quien considera a todos como instrumentos a su servicio; un egoísmo que es capaz de asesinar los sentimientos de bondad, la amistad, el amor y hasta la propia fe.

No podemos dejar que la corrupción se adueñe de nosotros y envenene todo lo que tocamos. No podemos dejar que nuestra corrupción nos haga insensibles e indiferentes ante la situación de pobreza y marginación de nuestro pueblo.

¡Abre, Señor, nuestros sepulcros y que entre el aire fresco de tu amor en nuestra vida! Sana nuestras corrupciones; da nueva vida a nuestra existencia. Sólo muriendo contigo podremos tener tu vida plena. Como a Lázaro, llámanos a vivir junto a ti.

Responder con la vida (Juan 9, 1-38)

Para ser misionero no hace falta ni tener muchas capacidades ni ser muy inteligente. Para ser misionero sólo hay que ser discípulo. Cuando piensas que lo más importante es que tú vas a ayudar a las personas, que tú las vas a salvar de esto o lo otro, no vas camino de la misión, te has detenido al borde de un lago mirando narcisistamente el reflejo de tu propia imagen.

Creéme. Lo importante para ser misionero es saberte enviado, saber que tienes un encargo, que el Señor cuenta contigo para realizar su nueva creación. Así ni tu cansancio, ni tu falta de capacidad, ni los fracasos serán insalvables. Hay Alguien que te asegura en cualquier momento de zozobra y preocupación.

Saberse enviado es trabajar descansado. No tienes que preocuparte del éxito o del fracaso de lo emprendido, sólo de intentar ser fiel; no tienes que procurar la aceptación de unos y otros, siempre voluble e incompleta, cuentas con la seguridad de un abrazo infinito; no tienes miedo a la factura que pasan los años o la enfermedad, tu capacidad de amar, también, en el sufrimiento multiplica la fuerza evangélica de tu vida.

No todos tenemos la misma misión. Hay quien es enviado lejos de su casa, y quien tiene la misión entre los suyos; hay quien es enviado a ser signo en la comunidad cristiana del amor del Padre, y quien lo es a mostrar la justicia de Dios en favor de los pobres. Cada discípulo es mirado, acogido y enviado de un modo distinto y especial.

Pero hay algunas cosas que compartimos los discípulos misioneros: conscientes a cada paso de nuestras pobrezas; obedientes al mandato recibido; postrados, cada mañana y cada tarde, ante el misterio de luz que nos llamó.

Representación LA PASIÓN DE JESÚS

El próximo Viernes 31 de Marzo, a las 20:00 horas, en el Teatro Municipal Romero San Juan, se interpretará la Obra "MOMENTOS DE PASIÓN" por la Asociación de Baile Leonor Álvarez-Osorio. Este evento está organizado por la Hermandad de Nuestra Señora de los Ángeles, en beneficio de la restauración del Cristo de la Misericordia. Colaboran el Excmo. Ayuntamiento de San Juan y la Parroquia de San José Obrero.
Pueden adquirir las entradas en la Parroquia de San José Obrero. El precio es donativo voluntario.

Retiro Parroquial

Mañana Sábado 25 de Marzo, a las 17.30 horas, en la Parroquia San Juan Bautista, se hará después de misa una convivencia entre los feligreses de ambas Parroquias. Os esperamos a todos los que deseéis participar en este evento.

Ausencia del Señor Arzobispo de Sevilla

El Señor Arzobispo de Sevilla, Don Don Juan José Asenjo, por problemas de salud, no pudo asistir el pasado Domingo a la Misa de conmemoración de los 50 años de nuestra Parroquia. Lamentó no haber podido acompañarnos. Le deseamos desde aquí una pronta recuperación.

Salida de San José y Misa (Sábado 18 de Marzo)








Hay preguntas y preguntas (Juan 4, 5-42)

Ya sé que no te he contestado; la pregunta que me has hecho no deja de ser una mera curiosidad de adolescente que pasa de una cuestión a otra sin darse tiempo a acoger ninguna respuesta. Cuando preguntes por cuestiones importantes, tanto de la vida como de la fe, has de plantearte para ti mismo pregunta y respuestas; si no, no deja de ser el mero entretenimiento de incordiar un poco.

En el Evangelio, Jesús, muchas veces más que responder preguntas, las suscita; hace profundizar a la persona con la que dialoga sobre su propia vida, sobre sus interrogantes y sus dificultades. Sólo en ese momento está en disposición de escuchar la verdad que necesita.

Tú, ¿qué verdad necesitas en esta etapa de tu vida? Si lo tienes todo, no sigas preguntando. Si descubres en ti un ansia de amor que no sabes expresar; un amor que no sabes acoger de quienes te lo dan, que es como fuego que no se apaga en tu interior… Ese es un buen comienzo.

No intentes ir a la fe desde preguntas pseudo-científicas, o desde críticas a la institución de la Iglesia, que yo no te voy a defender –para qué defenderme en un juicio en el que ya estoy condenado…--. Jesucristo es respuesta para tu vida, para esa dimensión profunda de ti que muchas veces acallas con ruidos y entretenimientos, pero que siempre emerge con tozuda persistencia. La pregunta humilde y sincera se convierte en fuente de agua que salta hasta la vida eterna.

¿Que no me entiendes? No te preocupes, la vida te irá planteando interrogantes verdaderos que podrás plantear al propio Jesús, como le ocurrió la samaritana en el brocal del pozo de Jacob.

Visita del Excelentísimo Señor Arzobispo de Sevilla

El próximo Domingo 19 de Marzo a las 11:00 horas, en la Misa conmemorativa de los 50 años de nuestra Parroquia, tenemos el gran honor de recibir la visita del Excelentísimo Señor Arzobispo de Sevilla, Don Juan José Asenjo Pelegrina, al cual agradecemos enormemente que nos honre con su presencia y nos acompañe en estas fechas tan especiales para nuestra iglesia.

Misa de Niños

Este Sábado 18 de Marzo de 2017 a las 18:00 horas, se portará la imagen de nuestro San José hacia la Barriada de la Cooperativa, dónde se realizará la Misa de Niños (En la Plaza de Extremadura). Invitamos a todas las familias de nuestro pueblo a que se unan a este acto, y los padres que lo deseen, podrán portar a San José durante el trayecto.

Memorias de nuestra Parroquia

Próximamente, se publicará, tanto en papel como en este blog, un Boletín conmemorativo de los 50 años de la Parroquia de San José Obrero. Os dejamos un avance de este.

Esperanzarse (Mateo 17, 1-9)

Sin esperanza no se avanza, por muy buenas intenciones que se tengan. Cuando patinas constantemente en algunas cosas en tu vida, tal vez te falte la esperanza de conseguir lo que te propones; y sin esa convicción íntima de que el esfuerzo merece la pena, de que conseguiremos lo anhelado, todo se vuelve problema, todo es motivo de desmotivación y parálisis.

La esperanza es la virtud del que camina, decía San Agustín; y sin esperanza de llegar al destino deseado es fácil quedarse entretenido en cualquier albergue del camino, aunque sea zafio y sucio.

Vivir con esperanza no está al alcance de nuestra voluntad; no podemos inventarnos, voluntaristamente, lo que puede motivar nuestra voluntad para seguir luchando, para seguir trabajando, buscando. Pero lo que sí hacemos muchas veces es dejar que se escurra por entre los dedos el deseo de alcanzar nuestros sueños, de responder a la llamada de Dios. Y eso lo hacemos bajando la cabeza, bajando la mirada y perdiendo de vista el horizonte luminoso que nos impulsó a iniciar la marcha. Las dificultades, los problemas, las incomprensiones suelen hacernos bajar los ojos, llenarnos de pesimismo y abandonar.

Cuando Jesucristo, al final de su vida pública, ve acercarse dificultades, incomprensiones y violencia irracional contra él y su movimiento se lleva a tres de sus discípulos, Juan, Santiago y Pedro, y les muestra claramente la luz que ha de guiar su vida en los momentos oscuros. Esa luz no es un proyecto, ni una idea, ni una utopía; esa luz es su propia persona, que ilumina con la nitidez propia de Dios.

Si quieres esperanzarte, mira a Jesús.

ACTOS DE CUARESMA


VIACRUCIS LOS VIERNES

3 DE MARZO …………. 20.00

17 DE MARZO ………… 20.00

24 DE MARZO ………… 20.00

CELEBRACIONES DE SAN JOSÉ

14 DE MARZO ………….18.00 (FRENTE A RESIDENCIA JOAQUÍN ROSILLO)

16 DE MARZO ………….18.00 (CALLE CASTILLA, FRENTE BDA. STA.ISABEL)

18 DE MARZO ………….18.00 (PLAZA DE EXTRAMADURA, BDA. COOPERATIVA)

MISA 50 AÑOS DE LA PARROQUIA PRESIDIDA POR EL ARZOBISPO
19 DE MARZO ……….......11.00.

RETIRO PARROQUIAL CONJUNTO CON LA PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA:
25 DE MARZO SÁBADO ..17.30